Sentidos [Libre]

Mi garganta ardía con ferocidad, y mis ojos negros delataban mi sed. Me entregué casi por completo a mis sentidos. Casi, porque de perderme definitivamente en los aromas que me rodeaban no tendría que esforzarme demasiado para hallar ese efluvio extremadamente dulce, único, adictivo, que presentaba la sangre humana. Al contrario, aún debía seguir pensando aunque sea un poco para obligarme a mí mismo a seguir otro tipo de rastro, más rústico y salvaje; de preferencia un carnívoro. Un animal cazador, como un puma o un oso, algo en cuya sangre no estuviera tan pronunciado el sabor horrible que suponían las hierbas. Cerré los ojos y me concentré en mi caza. Una manada de ciervos se desplazaba elegantemente, me encontraría con ellos si me dirigía a la derecha. Pero dos pares de patas más pesadas, aunque tambien mas suaves, los seguían con cautela. Abrí los ojos y eché a correr hacia allá. Me interesaba más el felino que los acechaba que la manada de herbívoros. Sin hacer un solo sonido, me agazapé, antes de saltar a su encuentro. Un golpe certero y el puma ya estaba noqueado. Hundí mis colmillos en su cuello, rasgando la piel con facilidad, hallándome al final con un río de sangre dulzona. Demasiado pronto para mi gusto, se quedó seco.